Dietas y días largos 

Los pequeños detalles y la rutina son las claves de una buena dieta: creo que todos estamos de acuerdo. Sin seguir una rutina es imposible perder piso. Por supuesto, una rutina sana, pero eso ya se da por supuesto. He intentado perder peso en varias ocasiones a lo largo de mi vida, tantas que a veces pienso que permanezco en una dieta perpetua. Por eso sé lo que funciona y lo que no funciona. Aunque no sea tan fácil aplicarlo.

Uno de los problemas que noté la última vez que intenté adelgazar fue a la hora de mantener una rutina que llegara hasta el final del día. Me obligaba a cenar lo mínimo posible porque las cenas son las comidas más peligrosas del día. No hay nada peor que una cena copiosa para una dieta. Mantuve los desayunos habituales con leche y sus derivados, cereales y fruta. Y, a partir de ahí, iba reduciendo la comida. A la hora de comer, propiamente dicho, trataba de no pasarme. Pero, como digo, con la cena llega el momento clave.

Por mi experiencia puedo decir que si una persona controla al menos la cena tiene más de la mitad del camino hecho. Y eso es así porque la ingestión de demasiadas calorías en las cenas no tiene mucho sentido porque nos vamos a dormir en poco tiempo y dichas calorías no se queman. Por eso, tomarse el desayuno para cenar no tiene sentido: tomar leche y sus derivados, cereales y fruta está indicado para el inicio del día para aportar energía para el desarrollo de la actividad diaria.

Como digo, la teoría la tengo muy clara, pero la práctica no es tan sencilla. Sobre todo si estás aburrido, quedan varios horas para irte a la cama, tienes hambre… y no puedes comer. Resulta increíble la capacidad que tiene, en algunas personas, la comida para poner de mejor o de peor humor. Por eso, las dietas a menudo conllevan cambios de humor, porque la voluntad debe prevalecer ante la satisfacción. Y los días de dieta se hacen muy largos…