El centro de las ciudades, territorio de peatones

Cada vez son más las ciudades que se suman a la peatonalización. Casi todas pasan por un proceso bastante similar: cuando se realiza la propuesta, los comerciantes se oponen e incluso gran parte de la población comienza a sumarse a la oposición. Se habla de que se va a acabar el comercio cuando los coches no puedan circular y muchos hablan de la muerte definitiva del centro de la ciudad. Pero la realidad es muy diferente. En todas las ciudades en las que se ha llevado a cabo una experiencia de este tipo, ha sucedido exactamente lo contrario.

Las calles peatonales se han llenado de gente y de vida, florecen las terrazas para poder disfrutar del buen tiempo o incluso las cubiertas para cuando llueve y la gente que pasea entra a comprar en los comercios porque puede ver los escaparates de manera muy relajada. En definitiva, la ciudad cobra vida y todo el mundo acaba muy satisfecho por lo que se ha podido hacer.

Además, los procesos de peatonalización conllevan diferentes etapas para que la gente pueda habituarse a las nuevas formas de moverse por el centro, primero con unas pocas calles y poco a poco con más. Finalmente, se habilitan solo unas pocas calles para coches para poder rodear el centro o aparcar el vehículo.

Esto es importante, ya que la peatonalización debe de venir acompañada por la creación de espacios para aparcar alrededor del espacio libre de vehículos. Se trataría de poder dejar el coche, por ejemplo, en un parking Cadiz pegado al centro y a continuación, caminar por las calles libres de vehículos.

Dado que las nuevas normas obligan a bajar la contaminación en el centro del las ciudades y las formas basadas en la responsabilidad individual no funcionan, la peatonalización es la única forma con la que muchos ayuntamientos pueden alcanzar estos objetivos. Así que, los que no lo hacen por convicción, lo hacen por obligación. Pero el resultado siempre es el mismo, tras la desconfianza inicial el contento suele ser la tónica y todo el mundo acaba estando de acuerdo con que ha sido una buenísima decisión.

Estamos demasiado acostumbrados a ir en coche particular a todas partes y cambiar estos hábitos puede que no sea fácil, pero no resulta imposible. Y, para muestra, las ciudades en las que ya no hay coches en el centro.