Cuando empecé a trabajar en el estudio lo hice como ayudante diseñador: algo así se llamaba mi ‘cargo’, pero en realidad pronto empecé a hacer un poco de todo hasta que pasé a ser oficialmente ‘el chico para todo’ del estudio. Supongo que será porque nada se me da nada muy bien, ni tampoco muy mal, así que puedo estar un poco a todo. Y creo que mis compañeros ya no pueden vivir sin mí, siempre de aquí para allá, ayudando en cada proyecto.
Y es que el día a día de un estudio como el nuestro es una locura: somos pocos y tenemos demasiados proyectos entre manos. Tal vez deberíamos fichar algún otro colaborador, pero hemos decidido seguir así porque nuestros precios son bastante baratos y queremos hacernos un hueco. Si tuviéramos a otra persona más, probablemente perderíamos demasiado dinero.
Pero, de momento, resistimos y vamos sacando buenos proyectos como el último en el que diseñamos una campaña de packaging para una empresa de alimentación. Como siempre, yo puse mi granito de arena aquí y allá para que el proyecto saliera a flote. Por ejemplo, yo tuve que buscar un distribuidor de Cinta materia reciclable para envolver las cajas y los recipientes.
El cliente había sido muy directo y claro con estos detalles: todo los materiales y elementos que formasen parte de la campaña debían ser reciclables. Y es que la campaña giraba justamente en torno al concepto de sostenibilidad y no podían permitirse usar plásticos y otros materiales que fueran contradictorios con el mensaje.
Probablemente, una de las razones que los llevaron a confiar en nosotros fue el hecho de que teníamos experiencia en este tipo de trabajos con materiales singulares y reciclados. Habíamos hecho cosas muy chulas y, además, teníamos buenos contactos con empresas del sector como el distribuidor de Cinta materia reciclable.
Con todo, fue un proyecto complejo que requirió mucho trabajo por nuestra parte y que me llevó a desdoblarme como pocas veces antes. Pero cuando el trabajo es satisfactorio, el esfuerzo es bien recompensado, como fue en este caso.