Hace ya unos cuantos años tuve una novia que estaba metida en el mundo del audiovisual y en una cena que había hecho en su casa me había presentado a alguno de sus compañeros de ese mundo. Uno de ellos me llamó mucho la atención, era un guionista con el que entablé una buena amistad. Con los años este guionista me decía que tenía madera para ser un buen guionista por las ideas que le decía y él me aconsejaba que me metiese en un Master en Guion de Cine en Madrid que era donde le habían enseñado a él a ser un mejor guionista. Personalmente ser guionista nunca me había llamado mucho la atención, a mi me hubiese gustado más dedicarme al doblaje. Ya que tengo una voz muy peculiar y mucha gente me ha comentado durante muchos años que mi voz podría ser muy buena para poder doblar a personajes de dibujos animados. Esto más que tomármelo como que se estaban metiendo conmigo me lo he tomado siempre como si fuese un halago, pero nunca he tenido el coraje para probar a ver si esto era de verdad mi vocación. Pero soy de esas personas que no se aventuran a hacer nada sin antes haberlo pensado una y otra vez, y al final el tiempo pasa y no hago ni la mitad de las cosas que había pensado hacer. Me hubiese gustado ser un poco más impulsivo pero a medida que han pasado los años me he dado cuenta de que cada vez soy un poco más prudente con lo que hago.
Con el paso de los años he perdido todo el contacto que tenía con este guionista, pero como la que era mi novia ya no sale actualmente conmigo me pareció normal que a él no le interesase seguir teniendo contacto conmigo, ya que él era muy amigo suyo y conociéndola a ella no creo que ella le hubiese permitido que siguiese en contacto conmigo, lo cual es una pena porque era un chico que me caía bastante bien. Pero supongo que eso pasa más a menudo de lo que pensamos.