Publicidad que merece la pena

Hay inversiones en publicidad que realmente merecen la pena, ya que se acompañan de resultados rápidos y muy atractivos. Un buen ejemplo son las grandes lonas de publicidad que se pueden ver en algunas fachadas y que es imposible dejar de ver cuándo se va por esa calle, bien sea en coche o caminando.

Se trata de lonas realizadas en impresión de Gran Formato sobre soportes flexibles que tienen una gran calidad y sobre las que se pueden ver colores muy intensos, fotografías de gran resolución y prácticamente cualquier cosa que se desee mostrar. La calidad que se puede obtener con este formato ha quedado más que demostrada en muchas ocasiones y es una de las maneras de realizar publicidad más exitosas en la ciudad.

Este tipo de publicidad es perfecto para campañas de media y larga duración, en las que se puede amortizar el coste de la realización de la lona. Por ejemplo, para anunciar la apertura de un nuevo establecimiento de una manera llamativa y para que todo el mundo se entere. O para una gran campaña, algo que suelen usar los grandes almacenes o grandes cadenas.

Para un negocio de pequeño o mediano tamaño, la lona debe de estar situada dentro de su radio de acción, para que la gente del barrio y de los alrededores conozca su existencia. Si el comercio se va a abrir, es buena idea colocar la lona antes de la apertura, al menos una semana antes, para crear una cierta expectación y que la gente tenga ganas de ver qué es lo que se ofrece. Se puede apoyar la campaña con alguna cuña en la radio o una buena campaña en las redes sociales.

Si además se lanza el anzuelo de alguna oferta especial o precios muy rebajados para los primeros días, se consigue que la expectación sea mayor y que la gente esté pendiente para acudir el día de la apertura. Si se logra que todo sea un éxito, las redes sociales se encargarán de mostrarlo para que más gente quiera acudir a comprar o ver esa tienda de la que tanta gente está hablando.

Las redes sociales son grandes aliadas en este tipo de campaña, pero hay que saber manejarlas bien y llegar a la gente porque pueden convertirse en un arma de doble filo si la persona que las lleva no es profesional y no sabe cómo moverse.