Tiempo libre para cocinar 

Me he cansado de ver series, me he cansado de hacer ejercicio en casa como si estuviera en el gimnasio. Me he cansado un poco de todo así que me he puesto a buscar nuevas aficiones y he pensado que tal vez haya llegado el momento de aprender a cocinar en serio. Porque siempre he estado interesado en la gastronomía y en cocinar, pero siempre se anteponía otra afición que me impedía dedicarle el tiempo suficiente al noble arte de cocinar.

Tras las primeras semanas probando algunas recetas me he dado cuenta de la satisfacción que produce preparar unos platos un poco elaborados. No solo está el propio placer de comer diferente (y a menudo mejor) sino el que otras personas te digan lo rico que está ese plato tan curioso que has preparado. Sin ir más lejos, el otro día elaboré una pasta con una sala especial a base de nata montada, queso parmesano y diversas especies basándome en una receta que había visto por la televisión, pero añadiéndole un toque propio. 

Como la apariencia del plato no era muy prometedora lo probé yo primero: no quería frustrarme nada más empezar. Pero me quedé tranquilo: aunque no tenía una presentación muy vistosa (ya trabajaría esa parcela un poco más adelante) el sabor estaba bastante bien. Y así me lo confirmaron mi mujer y mis hijas. Y ese es el mayor premio para cocinar: que los demás te digan que el plato está rico.

Esta singular receta con nata montada, queso, albahaca y demás me ha animado a seguir probando cosas. De momento no quiero complicarme demasiado la vida, así que me he puesto también con algunos postres que en casa somos todos muy golosos. Vamos, que es casi como ir sobre seguro. Pero me he dado cuenta de que hacer un buen postre no es tan sencillo como parece, sobre todo cuando lo comparas con lo que hacen por la televisión. Pero bueno, tiempo tengo ahora que la mayoría de aficiones que tenía me han cansado o no las puedo desarrollar por motivos que todos conocemos.