Una camiseta por viaje

Mi mujer y yo somos muy aficionados a los viajes… y a las guías de viaje. Es como una tradición: siempre que preparamos un viaje, estudiamos con mimo la guía a comprar. Así que soy bastante experto en guías. Una de las cosas que más me llama la atención de estos libros es la parte en la que se recomiendan tiendas, sobre todo de moda. ¿Realmente hay viajeros que van con ese objetivo a su destino? Por lo visto, sí.

Si hablamos de destinos como Nueva York o París, parece obligatorio llevarte a casa algunas prendas de ropa, y también en aquellos destinos en los que la ropa de firma es más barata que en tu propio país. Y aunque ni mi mujer ni yo somos de ese perfil, hemos cometido nuestros ‘pecaditos’ consumistas. Recuerdo que en Nueva York yo mismo me empeñé en que mi mujer comprara un vestido demasiado caro de una firma rarísima que ni siquiera vende en España. Pero aquel vestido era demasiado original para no venir con nosotros de vuelta.   

Por mi parte, yo también he cometido algunos deslices en mis viajes, aunque cada vez menos. Durante un tiempo, tenía por costumbre comprar camisetas de hombre en los viajes. Siempre buscaba un motivo original representativo de cada ciudad o país. Así es que tengo en casa una considerable colección de camisetas. El problema, en mi caso, es que no es fácil encontrar una talla adecuada. Mi estructura corporal es un tanto peculiar y no es fácil dar con la tecla. Así es que no es la primera vez ni la segunda que compro ropa que no me queda del todo bien, esperando que, por arte de magia, algún día, esa prenda me sirva.

Con lo de las camisetas de hombre en los viajes pasa algo así: si saco mi colección de los cajones me doy cuenta de que varias no las puedo poner porque no me quedan bien. Son una especie de recuerdos de los viajes, pero unos recuerdos caros y poco prácticos. Así que en los últimos viajes he dejado el shopping absurdo y me gasto ese dinero en museos o en comer… algo más rentable.